La OMS describe los determinantes sociales de la salud como las condiciones en las que las personas nacen, crecen, viven, se educan, trabajan y envejecen.
La salud sexual está influenciada por un gran número de factores sociales que incluyen el acceso a la atención médica, las normas sociales y culturales, el nivel educativo y la alfabetización en salud, el estado económico, el sexo, la identidad de género, la orientación y el comportamiento sexual.
Si bien las últimas dos décadas han visto mejoras en el acceso y la utilización de los servicios de salud sexual y reproductiva, el progreso en muchos países ha sido lento.
La Organización Mundial de la Salud establece que la salud reproductiva implica que “las personas sean capaces de tener una vida sexual responsable, satisfactoria y segura y que tengan la capacidad de reproducirse y la libertad de decidir si hacerlo, cuándo y con qué frecuencia”. Los temas dentro de la salud sexual y reproductiva incluyen fertilidad, embarazo, poder dentro de las relaciones sexuales, acceso y uso de servicios de salud reproductiva, incidencia de infecciones de transmisión sexual (ITS) y salud materna.
A nivel macro, la pobreza, que se manifiesta en una baja inversión en servicios sociales básicos como educación y salud, puede tener implicaciones significativas para la salud reproductiva y las tendencias de fertilidad. Los bajos niveles de inversión en salud mantienen altos los niveles de mortalidad, mientras que la falta de prestación de los servicios anticonceptivos necesarios para lograr una disminución de la fecundidad mantiene la fecundidad más alta de lo que podría ser de otro modo. Los bajos niveles de inversión en educación impiden la difusión social de ideas sobre la maternidad y la anticoncepción.
La falta de infraestructura para la salud y el transporte limitada por la pobreza en los países también tiene implicaciones para la salud reproductiva, creando barreras para el acceso a los servicios de planificación familiar que tienen la calidad suficiente para sostener la continuación del método. Esto a menudo se ve agravado por las insuficiencias del sistema de salud que fomentan un acceso financiero insuficiente a los servicios y un suministro deficiente o irregular de recursos humanos, así como de equipos y suministros.
El vínculo entre la riqueza y la fecundidad se puede ver tanto a nivel nacional como regional. Gillespie et al. demostró en 41 países en desarrollo que existe desigualdad entre los grupos de riqueza en cuanto a la fecundidad: los ricos tienen una fecundidad más baja y menos nacimientos no deseados, y pueden acceder a instalaciones para reducir aún más la fecundidad, si así lo desean.
Métodos anticonceptivos
El acceso deficiente a la anticoncepción puede considerarse como un resultado directo de la pobreza. El uso de anticonceptivos es desigual dentro de los países y varía según la educación, el origen étnico y el lugar de residencia, así como según la riqueza.
A nivel individual y familiar, la pobreza a menudo se asocia con bajos niveles de educación. Se cree que la educación es un mecanismo clave a través del cual la pobreza afecta el uso de anticonceptivos. Se cree que los niveles más bajos de educación entre las mujeres pobres se traducen en un menor conocimiento de los métodos anticonceptivos y más dificultades para acceder a los servicios.
Vivir en un área rural también se asocia con tasas más altas de interrupción y falla de los anticonceptivos.
La evidencia indica que los métodos que requieren un suministro regular, como los condones, se descontinúan más rápidamente en áreas rurales que en entornos urbanos. Además, si se requiere el pago de los anticonceptivos, algunos métodos anticonceptivos pueden ser demasiado costosos para los más pobres, incluso si los precios de los anticonceptivos están fuertemente subsidiados.
Infecciones de Transmisión Sexual
La relación entre las ITS y la riqueza es compleja: una mayor proporción de los ricos contraen una ITS en comparación con los pobres. Esta relación no es consistente en todos los países. Hay una serie de posibles explicaciones para esta relación observada, que también se puede ver en algunos análisis de la prevalencia del VIH y en la morbilidad autoinformada en general. En primer lugar, es más probable que las personas más ricas informen una ITS, o simplemente sean más conscientes de los síntomas, porque tienen un mayor nivel de educación.
Por lo tanto, es posible que las cifras no muestren diferencias reales, sino que indiquen sesgos en la notificación. Puede ser que los muy pobres, que carecen de los recursos para acceder a la atención médica, definan la enfermedad de manera más limitada que aquellos que pueden pagar el tratamiento.
Recomendaciones para el futuro
A nivel mundial, se debe enfatizar a los organismos de financiación y los gobiernos que la reducción de la pobreza es una faceta importante para aumentar la Salud Sexual y Reproductiva. La reducción de la pobreza ha alcanzado actualmente un alto perfil, aunque no se enfatiza de la misma manera la mejora de la Salud Sexual y Reproductiva. Se requiere más investigación para subrayar la sinergia entre la pobreza y una salud deficiente o, por el contrario y más importante, entre la reducción de la pobreza y el logro de una Salud Sexual y Reproductiva adecuada. Solo a través de una mejor comprensión de los mecanismos y vínculos entre la pobreza y la salud se pueden diseñar intervenciones efectivas.
Referencia: Malarcher, S., 2010. Social determinants of sexual and reproductive health. 1st ed. Geneva: Dept. of Reproductive Health and Research, World Health Organization.
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